Martirologio Romano: En
Roma, Italia, San Juan XXIII, Papa, cuya vida y actividad estuvieron llenas de
una singular humanidad. Se esforzó en manifestar la caridad cristiana hacia
todos y trabajó por la unión fraterna de los pueblos. Solícito por la eficacia
pastoral de la Iglesia de Cristo en toda la tierra, convocó el Concilio
Ecuménico Vaticano II. († 1963)
Fecha de beatificación: 3 de
septiembre de 2000, por S.S. Juan Pablo II.
Fecha de canonización: 27 de
abril de 2014, por S.S. Francisco
Memoria litúrgica: 11 de
octubre
Breve Biografía
Nació en el seno de una numerosa familia
campesina, de profunda raigambre cristiana. Pronto ingresó en el Seminario,
donde profesó la Regla de la Orden franciscana seglar. Ordenado sacerdote,
trabajó en su diócesis hasta que, en 1921, se puso al servicio de la Santa
Sede. En 1958 fue elegido Papa, y sus cualidades humanas y cristianas le
valieron el nombre de "papa bueno". Juan Pablo II lo beatificó el año
2000 y estableció que su fiesta litúrgica se celebre el 11 de octubre.
Nació el día 25 de noviembre
de 1881 en Sotto il Monte, diócesis y provincia de Bérgamo (Italia). Ese mismo
día fue bautizado, con el nombre de Ángelo Giuseppe. Fue el cuarto de trece
hermanos. Su familia vivía del trabajo del campo. La vida de la familia
Roncalli era de tipo patriarcal. A su tío Zaverio, padrino de bautismo,
atribuirá él mismo su primera y fundamental formación religiosa. El clima
religioso de la familia y la fervorosa vida parroquial, fueron la primera y
fundamental escuela de vida cristiana, que marcó la fisonomía espiritual de
Ángelo Roncalli.
Recibió la confirmación y la
primera comunión en 1889 y, en 1892, ingresó en el seminario de Bérgamo, donde
estudió hasta el segundo año de teología. Allí empezó a redactar sus apuntes
espirituales, que escribiría hasta el fin de sus días y que han sido recogidos
en el «Diario del alma». El 1 de marzo de 1896 el director espiritual del
seminario de Bérgamo lo admitió en la Orden franciscana seglar, cuya Regla
profesó el 23 de mayo de 1897.
De 1901 a 1905 fue alumno
del Pontificio seminario romano, gracias a una beca de la diócesis de Bérgamo.
En este tiempo hizo, además, un año de servicio militar. Fue ordenado sacerdote
el 10 de agosto de 1904, en Roma. En 1905 fue nombrado secretario del nuevo
obispo de Bérgamo, Mons. Giácomo María Radini Tedeschi. Desempeñó este cargo
hasta 1914, acompañando al obispo en las visitas pastorales y colaborando en
múltiples iniciativas apostólicas: sínodo, redacción del boletín diocesano,
peregrinaciones, obras sociales. A la vez era profesor de historia, patrología
y apologética en el seminario, asistente de la Acción católica femenina,
colaborador en el diario católico de Bérgamo y predicador muy solicitado por su
elocuencia elegante, profunda y eficaz.
En 1921 empezó la segunda
parte de la vida de don Ángelo Roncalli, dedicada al servicio de la Santa Sede.
Llamado a Roma por Benedicto XV como presidente para Italia del Consejo central
de las Obras pontificias para la Propagación de la fe, recorrió muchas diócesis
de Italia organizando círculos de misiones. En 1925 Pío XI lo nombró visitador
apostólico para Bulgaria y lo elevó al episcopado asignándole la sede titular
de Areópoli. Su lema episcopal, programa que lo acompañó durante toda la vida,
era: «Obediencia y paz».
Tras su consagración
episcopal, que tuvo lugar el 19 de marzo de 1925 en Roma, inició su ministerio
en Bulgaria, donde permaneció hasta 1935. Visitó las comunidades católicas y
cultivó relaciones respetuosas con las demás comunidades cristianas. Actuó con
gran solicitud y caridad, aliviando los sufrimientos causados por el terremoto
de 1928. Sobrellevó en silencio las incomprensiones y dificultades de un
ministerio marcado por la táctica pastoral de pequeños pasos. Afianzó su
confianza en Jesús crucificado y su entrega a él.
En 1935 fue nombrado
delegado apostólico en Turquía y Grecia. Era un vasto campo de trabajo. La
Iglesia católica tenía una presencia activa en muchos ámbitos de la joven
república, que se estaba renovando y organizando. Mons. Roncalli trabajó con
intensidad al servicio de los católicos y destacó por su diálogo y talante
respetuoso con los ortodoxos y con los musulmanes. Cuando estalló la segunda
guerra mundial se hallaba en Grecia, que quedó devastada por los combates.
Procuró dar noticias sobre los prisioneros de guerra y salvó a muchos judíos
con el «visado de tránsito» de la delegación apostólica. En diciembre de 1944
Pío XII lo nombró nuncio apostólico en París.
Durante los últimos meses
del conflicto mundial, y una vez restablecida la paz, ayudó a los prisioneros
de guerra y trabajó en la normalización de la vida eclesiástica en Francia.
Visitó los grandes santuarios franceses y participó en las fiestas populares y
en las manifestaciones religiosas más significativas. Fue un observador atento,
prudente y lleno de confianza en las nuevas iniciativas pastorales del
episcopado y del clero de Francia. Se distinguió siempre por su búsqueda de la
sencillez evangélica, incluso en los asuntos diplomáticos más intrincados.
Procuró actuar como sacerdote en todas las situaciones. Animado por una piedad
sincera, dedicaba todos los días largo tiempo a la oración y la meditación.
En 1953 fue creado cardenal
y enviado a Venecia como patriarca. Fue un pastor sabio y resuelto, a ejemplo
de los santos a quienes siempre había venerado, como san Lorenzo Giustiniani,
primer patriarca de Venecia.
El milagro para su
beatificación
El hecho atribuido a la
intercesión del Papa Bueno hace referencia a la inexplicable curación de una
religiosa, Sor Caterina Capitani, enferma de una dolencia estomacal. Era el año
1966 (apenas tres años después de la muerte de Juan XXIII), cuando la entonces
joven Caterina Capitani examinada por los médicos de Nápoles recibió el
terrible diagnóstico: "Perforación gástrica hemorrágica con fistulación
externa y peritonitis aguda". Un caso a todas luces desesperado en el que
el desenlace fatal había sido ya aceptado por la familia. Sin embargo, el 22 de
mayo de 1966, las hermanas de la enferma, sabedoras de que Caterina era una
ferviente admiradora de Juan XXIII, oraron pidiendo su intercesión mientras le
colocaban una imagen del Papa sobre el estómago de Sor Caterina. Pocos minutos
después, la monja, a la que ya habían administrado el sacramento de la unción
de los enfermos, comenzó a sentirse bien y pidió comer.
Sor Caterina Capitani, quien
falleció en marzo del 2010 (a la edad de 68 años), relató haber visto a Juan
XXIII sentado al pie de su cama de enferma, diciéndole que su plegaria había
sido escuchada. Días más tarde, una radiografía documentó la desaparición
completa del mal que padecía. La ciencia, fue incapaz de dar una explicación a
la curación, además en el estómago no le quedaron señales de las cicatrices
causadas por la fístula. Una comisión de médicos calificó de "inexplicable
científicamente" la curación de la religiosa.
La canonización
El papa Juan XXIII tenía en
su haber más de veinte curaciones inexplicables atribuidas a su intercesión,
incluidas dos de las que su postulador estába convencido de que soportarían el
riguroso examen del equipo de asesores médicos de la congregación.
Entre los casos más
interesantes, está la historia de una mujer de Nápoles que en 2002 ingirió sin
querer una bolsa de cianuro. Invocando al beato se salvó del envenenamiento sin
dañar los riñones, o el bazo, y curando al mismo tiempo la cirrosis hepática.
Pero un segundo milagro
comprobado no fue necesario. El 5 de julio de 2013 el Papa Francisco
firmó el decreto en el cual se aprueba la votación a favor de la canonización
del Beato Juan XXIII (Angelo Giuseppe Roncalli) realizada el día 2 del mismo
mes y año en la sesión ordinaria de los Cardenales y Obispos de la Congregación
para la Causa de los Santos.
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