martes, 12 de junio de 2018


ALMA - ESPÍRITU
Para san Pablo el alma es parte de lo que nosotros los seremos humanos somos por naturaleza. El alma alude a lo que todos somos y tenemos: todos "tenemos" alma.
En cambio, según este mismo apóstol, no todos tenemos "espíritu." Esta palabra alude a la novedad de la acción de Dios en la vida humana, es decir, aquel actuar que ha sido posible por la redención.
Tenemos "espíritu" porque se ha restablecido la amistad entre Dios y nosotros, gracias al sacrificio de Cristo y a la efusión del Espíritu Santo. Tener "espíritu" es ser "espiritual," o sea, haber sido renovado por el Espíritu Santo, que es el fruto precioso de la pascua de Cristo.
En resumen, el alma alude a lo que somos por creación; el espíritu se refiere a lo que hemos recibido gracias a la fe, en cuanto redimidos por Jesucristo y morada de su Espíritu. Las personas que viven una vida pegada a las cosas de esta tierra son cuerpo y alma solamente; san Pablo las llama "psiquikoi." Las personas que conocen al Señor y viven en amistad con él por la fe y la caridad son llamadas en cambio "pneumatikoi": gente con espíritu.
http://www.mercaba.org/ARTICULOS/A/alma__espiritu.htm http://www.mercaba.org/ARTICULOS/A/alma__espiritu.htm
http://www.vatican.va/archive/catechism_sp/p1s2c1p6_sp.html http://www.vatican.va/archive/catechism_sp/p1s2c1p6_sp.html


Adoptando una perspectiva más descriptiva y empírica que metafísica, la Biblia no conoce una división cuerpo-alma del hombre: las dos dimensiones, espiritual y corporal, están en una simbiosis total. La distinción entre alma, espíritu y carne va dirigida a acentuar tal o cual aspecto del único ser que es el hombre. Como poseedor de la nefesh (alma), el hombre es un ser vivo que debe su existencia a Dios y que es capaz de relaciones personales y de sentimientos: debido a la ruah (espíritu), el hombre es el testimonio vivo del poder de Dios, la expresión más elevada de la fuerza creadora de Dios. Nefesh y ruah atestiguan más claramente la «proximidad» que existe entre Dios y el hombre; al contrario, en cuanto basar (carne), el hombre es el ser vivo que, como otras criaturas, tiene un cuerpo, una dimensión «material» que, aunque le confiere cierta caducidad, no por ello carece de dignidad ni deja de ser buena a los ojos de Dios. En virtud de su constitución ontológica o «condición» singular el hombre trasciende al mundo, aunque pertenece a él: es «pariente» del cielo y de la tierra y en cuanto tal es «muy bueno» (Gn 1,31), destinado a la resurrección final. La Biblia, aunque excluye una visión dualista del hombre, se refiere indiscutiblemente a la copresencia de dos dimensiones del ser humano: la corporal y la espiritual, afirmando que, en virtud de esta última, el hombre es «imagen y semejanza» de Dios.El encuentro entre el cristianismo y la cultura helenista tuvo un doble efecto. Por un lado. la visión unitaria bíblica fue siendo sustituida por una perspectiva eminentemente dualista: el cuerpo y el alma son las dos substancias que componen al hombre: por otro, se acentuará la superioridad del alma humana. Pero los Padres rechazarán la concepción del alma como parte o emanación de la divinidad y la de la unión alma-cuerpo como resultado de una especie de castigo: para ellos. todo el hombre, alma y cuerpo, está destinado a vivir la gloria futura.
A partir del s. XII se verificó un notable cambio de perspectiva, gracias a la acogida del pensamiento aristotélico que condujo a una nueva visión antropológica. Tomás de Aquino, el representante más lúcido de la nueva orientación filosófica y teológica, afirmará que la unión entre el alma y el cuerpo es parecida a la que existe entre la materia y la forma substancial; a pesar de ser ontológicamente diferentes, el alma y el cuerpo del hombre no poseen una autonomía propia antes de la unión; en el momento de la unión, el alma se hace forma, es decir, actúa, vivifica a la materia, que a su vez recibe de ella la existencia, la perfección y las determinaciones esenciales. De aquí se deriva la profunda compenetración del alma y del cuerpo en el hombre: su unión no es accidental, sino substancial, profunda: todas las acciones del hombre, en esta perspectiva, son el fruto del concurso de ambas «dimensiones». La unidad cuerpo-alma lleva a concebir la muerte como disolución provisional y casi innatural de la unidad misma, mientras que permite dar un sentido profundo a la promesa bíblica de la resurrección de la carne. Además, se justifica así profundamente la dimensión social e histórica del hombre. «El cuerpo es al mismo tiempo el lugar de la comunión y de la apertura al encuentro» (F. P. Fiorenza -J.B.Metz).El Magisterio de la Iglesia, además de rechazar algunas propuestas teológicas que tendían a convertir en algo diabólico la corporeidad (concilio de Braga, 561 : DS 455ss), o a hacer del alma una parte de Dios, negando la resurrección corporal (Ier concilio de Toledo, 400: DS 188), o a considerar las almas humanas como espíritus preexistentes y desterrados a los cuerpos (sínodo de Constantinopla, 543: DS 403), tras afirmar la unicidad del alma (IV concilio de Constantinopla, 870: DS 657), utilizó las fórmulas y la perspectiva antropológica de santo Tomás para condenar la opinión según la cual el alma no se une directamente al cuerpo (concilio de Viena, 1312: DS 902), y la de que el alma es mortal o única para todos los hombres (Y concilio de Letrán, 1513: DS 1440).
Entre las intervenciones del Magisterio sobre la relación alma-cuerpo hay que señalar finalmente la Gaudium et spes del concilio Vaticano II, donde, según la perspectiva típicamente bíblica, se habla del hombre como unidad de alma y cuerpo que, «por su misma condición corporal, es una síntesis del universo material» (GS 14) y recuerda que el hombre «no debe, por tanto, despreciar la vida corporal, sino que, por el contrario, debe tener por bueno y honrar a su propio cuerpo, como criatura de Dios que ha de resucitar en el último día» (Ib.). Pero, al lado de esto, se remacha la convicción de que el hombre trasciende el mundo material, debido a su propia espiritualidad y a la posesión de un alma inmortal.
G. M. Salvati
 Bibl.: F P. Fiorenza - J B. Metz, El hombre como unidad de alma y cuerpo, en MS, IIiZ, 661-715; J Seifert, Das Leib-Seele Problenz in der gegenwartigen Diskussion. Darmstadt 1979.
http://www.mercaba.org/VocTEO/A/V_alma_y_cuerpo.htm http://www.mercaba.org/VocTEO/A/V_alma_y_cuerpo.htm





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Radiografía acerca de la vida del Ser humano
"Ezequiel, 36
 1.Y tú, hijo de hombre, profetiza sobre los montes de Israel. Dirás: Montes de Israel, escuchad la palabra de Yahveh. 2. Así dice el Señor Yahveh: Porque el enemigo ha dicho contra vosotros: « ¡Ja, ja, estas alturas eternas han pasado a ser posesión nuestra!», 3.por eso, profetiza. Dirás: Así dice el Señor Yahveh: Porque habéis sido asolados y se os ha codiciado por todas partes hasta pasar a ser posesión de las otras naciones, porque habéis sido el blanco de la habladuría y de la difamación de la gente, 4.por eso, escuchad, montes de Israel, la palabra del Señor Yahveh. Así dice el Señor Yahveh a los montes, a las colinas, a los barrancos y a los valles, a las ruinas desoladas y a las ciudades abandonadas que han sido entregadas al pillaje y a la irrisión del resto de las naciones circunvecinas. 5. Por eso, así dice el Señor Yahveh: Sí, en el ardor de mis celos voy a hablar contra las otras naciones y contra Edom entero, que, con alegría en el corazón y desprecio en el alma, se han atribuido mi tierra en posesión para entregar su pasto al pillaje. 6. Por ello, profetiza sobre la tierra de Israel. Dirás a los montes y a las colinas, a los barrancos y a los valles: Así dice el Señor Yahveh: Ved que hablo en mis celos y mi furor: Porque habéis sufrido el ultraje de las naciones, 7.por eso, así dice el Señor Yahveh: Juro mano en alto que las naciones que os rodean cargarán con sus propios ultrajes. 8. Y vosotros, montes de Israel, vais a echar vuestras ramas y a producir vuestros frutos para mi pueblo Israel, porque está a punto de volver. 9. Sí, heme aquí por vosotros, a vosotros me vuelvo, vais a ser cultivados y sembrados. 10. Yo multiplicaré sobre vosotros los hombres, la casa de Israel entera. Las ciudades serán habitadas y las ruinas reconstruidas. 11. Multiplicaré en vosotros hombres y bestias, y serán numerosos y fecundos. Os repoblaré como antaño, mejoraré vuestra condición precedente, y sabréis que yo soy Yahveh. 12. Haré que circulen por vosotros los hombres, mi pueblo Israel. Tomarán posesión de ti, y tú serás su heredad, y no volverás a privarles de sus hijos. 13. Así dice el Señor Yahveh: Porque se ha dicho de ti que devoras a los hombres y que has privado a tu nación de hijos, 14.por eso, ya no devorarás más hombres, ni volverás a privar de hijos a tu nación, oráculo del Señor Yahveh. 15. No consentiré que vuelvas a oír el ultraje de las naciones, no sufrirás más los insultos de los pueblos, y no volverás a privar de hijos a tu nación, oráculo del Señor Yahveh. 16. La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos: 17.Hijo de hombre, los de la casa de Israel que habitaban en su tierra, la contaminaron con su conducta y sus obras; como la impureza de una menstruante era su conducta ante mí. 18. Entonces yo derramé mi furor sobre ellos, por la sangre que habían vertido en su tierra y por las basuras con las que la habían contaminado. 19. Los dispersé entre las naciones y fueron esparcidos por los países. Los juzgué según su conducta y sus obras. 20. Y en las naciones donde llegaron, profanaron mi santo nombre, haciendo que se dijera a propósito de ellos: «Son el pueblo de Yahveh, y han tenido que salir de su tierra.» 21. Pero yo he tenido consideración a mi santo nombre que la casa de Israel profanó entre las naciones adonde había ido. 22. Por eso, di a la casa de Israel: Así dice el Señor Yahveh: No hago esto por consideración a vosotros, casa de Israel, sino por mi santo nombre, que vosotros habéis profanado entre las naciones adonde fuisteis. 23. Yo santificaré mi gran nombre profanado entre las naciones, profanado allí por vosotros. Y las naciones sabrán que yo soy Yahveh - oráculo del Señor Yahveh - cuando yo, por medio de vosotros, manifieste mi santidad a la vista de ellos. 24. Os tomaré de entre las naciones, os recogeré de todos los países y os llevaré a vuestro suelo. 25. Os rociaré con agua pura y quedaréis purificados; de todas vuestras impurezas y de todas vuestras basuras os purificaré. 26. Y os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un espíritu nuevo, quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. 27. Infundiré mi espíritu en vosotros y haré que os conduzcáis según mis preceptos y observéis y practiquéis mis normas. 28. Habitaréis la tierra que yo di a vuestros padres. Vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios. 29. Os salvaré de todas vuestras impurezas, llamaré al trigo y lo multiplicaré y no os someteré más al hambre. 30. Multiplicaré los frutos de los árboles y los productos de los campos, para que no sufráis más el oprobio del hambre entre las naciones. 31. Entonces os acordaréis de vuestra mala conducta y de vuestras acciones que no eran buenas, y sentiréis asco de vosotros mismos por vuestras culpas y vuestras abominaciones. 32. No hago esto por vosotros - oráculo del Señor Yahveh - sabedlo bien. Avergonzaos y confundíos de vuestra conducta, casa de Israel. 33. Así dice el Señor Yahveh: El día que yo os purifique de todas vuestras culpas, repoblaré las ciudades y las ruinas serán reconstruidas; 34.la tierra devastada será cultivada, después de haber sido una desolación a los ojos de todos los transeúntes. 35. Y se dirá: «Esta tierra, hasta ahora devastada, se ha hecho como jardín de Edén, y las ciudades en ruinas, devastadas y demolidas, están de nuevo fortificadas y habitadas.» 36. Y las naciones que quedan a vuestro alrededor sabrán que yo, Yahveh, he reconstruido lo que estaba demolido y he replantado lo que estaba devastado. Yo, Yahveh, lo digo y lo hago. 37. Así dice el Señor Yahveh: Me dejaré todavía buscar por la casa de Israel, para hacer por ellos esto: multiplicarlos como un rebaño humano, 38.como un rebaño de reses consagradas, como el rebaño reunido en Jerusalén, en las fiestas solemnes. Así se llenarán de un rebaño humano vuestras ciudades en ruinas, y se sabrá que yo soy Yahveh." 
Ezequiel, 36 - Bíblia Católica Online

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Oración
Señor, permite que quienes tenemos la oportunidad de visitar este blog, seamos iluminados, renovados y santificados por tu Gracia y por tu Amor.  Amén




















Apolinar de Laodicea

 APOLINAR DE LAODICEA, contemporáneo de SAN CIRILO DE JERUSALÉN, fue un gran amigo y colaborador de Atanasio, al que apoyó con todas sus fuerzas en su lucha contra el arrianismo. Había nacido en Laodicea, en Siria, alrededor del 310; su padre era presbítero y gramático. Hacia el 361 fue consagrado obispo de la comunidad nicena de Laodicea. Tenía un buen conocimiento de los clásicos, y San Jerónimo fue alumno suyo durante un tiempo. Murió hacia el 390.
A pesar de su profundidad y rigor de pensamiento, su mismo empeño en luchar contra los arrianos le llevó a caer, sin darse cuenta y sin malicia, en el primer error que jalonaría la historia de las controversias cristológicas posteriores. Decidido a mostrar claramente la divinidad de Jesús y la unión profunda de esa divinidad y de la humanidad en Cristo, y considerando que la enseñanza de la escuela de Antioquía podía llevar a entender una doble personalidad en Cristo, concibió una nueva explicación: de los tres elementos que según Platón integran el hombre, el cuerpo, el alma animal y el alma racional, el tercero no existiría como tal en Cristo, y su lugar y función serían desempeñados por el Logos de Dios.
Al principio, esto satisfizo a muchos, pues se explicaba con sencillez, por ejemplo, la impecabilidad de Cristo. Pero luego se advirtió que estaba en contradicción con la enseñanza tradicional de la Iglesia, según la cual la humanidad de Cristo es completa y perfecta. Tanto San Atanasio como los Capadocios y Diodoro de Tarso y Teodoro de Mopsuestia, de los que enseguida hablaremos, escribieron tratados en contra de esta doctrina de Apolinar, que fue luego condenada explícitamente en el concilio de Constantinopla (381).
Esta condenación es responsable de la práctica desaparición de los escritos de Apolinar, de los que nos han llegado sólo los que fueron equivocadamente atribuidos a autores ortodoxos. Los fragmentos existentes de sus obras exegéticas, que según San Jerónimo eran numerosísimas, nos muestran que no se inclina por el método exegético de Antioquía ni por el de Alejandría; de sus obras apologéticas, la más celebrada fue la dirigida contra el filósofo neoplatónico Porfirio; otra de ellas iba dirigida al emperador Juliano, para demostrarle que los filósofos paganos iban muy equivocados en sus ideas sobre Dios; hay también noticia de varias de sus obras antiheréticas y de sus obras dogmáticas, y se conservan dos cartas suyas a Basilio el Grande.
Es interesante mencionar que cuando el emperador Juliano prohibió que los cristianos asistieran a las escuelas públicas y que estudiaran la literatura griega (362), Apolinar, ayudado por su padre, acometió la tarea de escribir poemas épicos basados en los primeros libros de la Biblia para así reemplazar en cierto modo los libros de Homero; escribió también numerosas comedias y tragedias, a imitación de las clásicas pero con argumentos bíblicos, e incluso diálogos cristianos a la manera de los de Platón. Se ha perdido toda esta literatura, a excepción de una Perífrasis de los salmos, que además no es seguro que sea de Apolinar. Por último, con el mismo afán de fortalecer la fe de los cristianos, compuso canciones, que los hombres cantaban en sus banquetes (...) y las mujeres mientras tejían, e himnos litúrgicos, de todo lo cual no nos ha llegado nada.
MOLINÉ
http://www.mercaba.org/Moline/apolinar_de_laodicea.htm http://www.mercaba.org/Moline/apolinar_de_laodicea.htm

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